¿Somos la Psicólogas «seres objetivos»?

(Y por tanto, de otro planeta???)

Durante mis primeros años de práctica profesional, toda insegura yo, traté de poner en marcha todo aquello que me habían enseñado tanto en la Universidad, como en los distintos cursos de Especialización que había hecho antes de “arremangarme” y ponerme a trabajar con personas.

Una de las cosas que más difícil me resultaba, era eso de ser “objetiva”, de ser “una persona que mira desde fuera y da una perspectiva nueva, sin meter lo personal”. También me costaba mucho lo de “poner límites”, “ser profesional y nunca dar ni un solo dato de tu vida personal”, y mi favorito: “NO IMPLICARTE DEMASIADO”.

Y es que mi Yo del Pasado ya era lista, pero no se fiaba mucho de sí misma.. Pensaba que tenían más razón los manuales, los expertos, y esas cosas. Más razón que lo que ella SENTÍA/INTUÍA. De lo que sabía desde un lugar que no pertenece al reino de “lo racional”.

Porque claro, se supone que como profesional, no debía SENTIR cosas.

A día de hoy, veo claro que LO QUE SANA ES EL VÍNCULO. Que la terapia es un espacio donde generar un vínculo de amor y apoyo incondicional, y que sólo desde ahí se pueden sanar las partes más “tocadas” de las personas para las que trabajamos.

y… ¿¿¿CÓMO DEMONIOS VAMOS A VINCULAR, SI NO NOS MOSTRAMOS COMO LAS PERSONAS QUE SOMOS, TAMBIÉN NOSOTRAS???

¿Qué queremos, que nuestras pacientes vinculen con un robot? ¿Con un ente objetivo que les ve 60 minutos a la semana? ¿les vamos a pedir así, que CONFÍEN EN NOSOTRAS, y que nos cuenten todo aquello oculto, doloroso o vergonzoso que tanto les hace sufrir?

Yo no. Yo he decidido que voy a mojarme.

No soy objetiva. NO QUIERO SER OBJETIVA. Quiero mojarme, QUIERO POSICIONARME. Porque si no, sólo soy una mera herramienta del Sistema Opresor que nos hace enfermar, una herramienta que le dirá a la persona que todo es cosa suya, que tiene que trabajar en sí misma para recuperarse.

Y eso es mentira. Y las personas para las que trabajamos tienen derecho a saberlo.

También tienen derecho a saber que yo soy humana, que tengo mis dificultades, que SIENTO con ellas, que a veces les voy a fallar, que no soy infalible,… PERO QUE AQUÍ ESTOY CON ELLAS. Al ladito, “con las tripas abiertas”; que vamos a por todas juntas.

Y eso no se puede transmitir siendo la psicóloga objetiva que guarda distancias que me dijeron que tenía que ser.

Y si no puedo transmitir eso (y no me refiero a palabras, obviamente), yo no puedo trabajar.

Porque sí, QUIERO A MIS PACIENTES. Les quiero. Y si no puedo quererles, les derivo.

Y punto pelota.

Y esto sí que es un trabajo vocacional. Pero no en el sentido que nos habían contado.

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